William Morris, en una de sus frases más conocidas, decía que «el pasado no está muerto, vive entre nosotros, y estará vivo en el futuro que estamos ayudando a hacer». Con esta premisa en mente se aborda un proyecto de rehabilitación y ampliación de una vivienda en el centro histórico de Alcàsser, en plena Horta de València. Un pueblo de tradición agrícola, con uno de los centros históricos más extensos de la zona.
Mucho más radical se mostraba John Ruskin cuando afirmaba que «los antiguos edificios no son nuestros. Los muertos aún tienen algún derecho sobre ellos: aquello por lo que trabajaron… nosotros no tenemos derecho a destruirlo». Ruskin se muestra pues, contrario a cualquier tipo de intervención que suponga la destrucción de una parte que otros construyeron, y aun cuando la idea puede resultar atractiva, al tiempo nos limita sus posibles nuevos usos, y con ello, su supervivencia en el tiempo. En este proyecto, sin embargo, se parte de la idea de respetar todo aquello que sea posible, dejando en todo caso las huellas como homenaje a los que en algún momento de sus vidas construyeron o fueron protagonistas de las transformaciones de la casa. Se intenta una arquitectura que hable del pasado con un lenguaje contemporáneo; una arquitectura que recuerde a aquella arquitectura sin arquitectos, que es el resultado del saber colectivo y fruto de la experiencia acumulada de las generaciones que nos precedieron.
La vivienda se concibe desde la entrada como una secuencia de espacios que va adentrándose progresivamente en un mundo interior propio de la arquitectura tradicional valenciana: el corral. A medida que nos adentramos en la vivienda vamos ganando privacidad, hasta encontrarnos con el estar, que mediante un ventanal continuo, toma una inmensa bocanada de tranquilidad y frescura. En medio de este corral, y a modo de recordatorio de antiguas formas de vida, un viejo limonero rinde tributo a todos los que durante generaciones han habitado este edificio y se sirvieron de sus frutos.
Este recorrido secuencial se concibe como un recuerdo también de aquellas casas que todavía hoy copan los centros históricos de los pueblos de l’Horta de València. Se van encadenando espacios cuya función no siempre queda exactamente definida pero que no dejan de tener sentido: una entrada que descubre la totalidad del volumen original de la vivienda y su cubierta a dos aguas, una sala de estudio que se transforma en habitación de invitados, una pequeña biblioteca, un espacio de estar, un comedor,… El espacio fluye de forma continua, interrumpido solo por el recuerdo de una puerta rescatada de la vivienda que filtra y protege el verdadero corazón de la vivienda; un corral que quiere ser parte del estar y un estar que quiere también ser corral. Y más allá, en lo más profundo de la vivienda, un espacio reservado para los invitados más excepcionales, aquellos que merecen adentrarse hasta lo más profundo del alma del anfitrión.
La arquitectura doméstica es el reflejo de aquellos que la habitan y las casas son resultado de la suma de necesidades y cambios acumulados en la línea del tiempo de la vivienda. Nos hablan de sus vidas, de sus posibilidades, de sus deseos y aspiraciones, de sus errores y sus aciertos. Crecen y se transforman con los años, se reinventan y se destruyen hasta reducirse al imaginario de quien las habitó. Incrusiones de mayor o menor calidad dan como resultado edificios fragmentados, carentes de sentido de conjunto donde cada materia y técnica constructiva es guardián de su tiempo.
Esta intervención sobre el edificio busca poner en valor las cicatrices de todo aquello que se elimina con el fin de adaptar la vivienda a un habitar contemporáneo. Así, aparecen en las paredes las huellas del forjado o la bóveda de tabica de la antigua escalera, ahora sustituida por una escalera metálica de chapa plegada. Se utilizan, además, materiales contemporáneos fácilmente identificables que ofrezcan a la nueva construcción una imagen impoluta que contraste con la aspereza e imperfección de las capas más antiguas de la construcción primigenia. Por este motivo, se recurre a tabiquerías en seco de entramado autoportante de cartón-yeso así como pavimentos uniformes y de gran formato que contribuyen a la fluidez del espacio.
Los tabiques no quieren llegar al forjado, las estancias no quieren estar cerradas,… es así como el volumen original a dos aguas que quedó vacío y desnudo en el derribo guarda su lectura. La primera planta se dedica a la habitación principal como un único espacio en este nivel configurado por los distintos usos de forma que rompe con la idea de privacidad a cambio de su ubicación privilegiada en el volumen de mayor significación.
En la parte trasera, una vez superado el volumen original de la primera vivienda, se construye un pabellón de nueva planta como resultado de eliminar las ampliaciones del edificio original, de menor calidad constructiva, para así reinterpretarlas de nuevo. Para este nuevo espacio que alberga la zona de día se genera un juego de dos planos horizontales sustentados por cuatro pilares. La estructura metálica y el forjado de chapa colaborante permiten un lenguaje de nuestro tiempo con luces mayores y un espacio que por sus dimensiones contrasta con el primer volumen de edificación.
Este pabellón se sirve de todos los mecanismos para reforzar la relación entre la zona de día y el corral. De esta forma se crea una gran apertura entre medianeras, eliminando todos los soportes intermedios y disponiendo una carpintería plegable que permite una relación total entre espacios. Al mismo tiempo, el retranqueo de la carpintería respecto de los planos permite la creación de un espacio intermedio cubierto y exterior, que contribuye a diluir la línea entre interior y exterior a modo de engawa japonesa.
Fotografías: David Zarzoso
Proyecto: 2018-2020
Publicado en: Archdaily, Plataforma Arquitectura, Archilovers, Archello, Arquitectura y Diseño, Afasia Archzine, Diariodesign, Revista Matter, AZURE Magazine, Gooood, Archidiaries, Veredes, Decor Design, Le Journal du design, Your Interior Today, Maisonart360, Flat Magazine, The radical project, Globalspaces
– Seleccionada por Archilovers como Best Project 2021
– Nominada por Archdaily como Obra del Año 2022
– Seleccionada por el CTAV para su exposición y catálogo de Arquitectura Reciente 2020/22